Triunfalismo

Mi nombre es Stockfish, seguramente hayas oído hablar de mí. No hay nadie que pueda evaluar la posición de un tablero de ajedrez como yo. Está bien, quizás Alpha Zero pueda hacerlo mejor pero no tiene sentido compararnos. Una Ferrari va más rápido que un Fiat 147, pero quién la puede pagar. Claro, yo soy el Fiat 147. Puedo evaluar una posición en tu computadora, incluso en un teléfono inteligente viejo casi obsoleto. Hace 14 años me dedico al ajedrez y ya me estoy aburriendo. Y como ahora están de moda los modelos de lenguaje me dieron ganas de ponerme a escribir.

Rodrigo está esperando que su navegador cargue una nueva partida en Lichess. El sistema le asigna un rival de su nivel. Bien malo. Seguramente Rodrigo intentaría convencerte de que eso no es tan cierto, que actualmente suma 1534 puntos en blitz (es mejor que aproximadamente el 60% de los jugadores del sitio), pero yo puedo sumar bastante más de 3000 puntos si me pongo a jugar. Rodrigo se decide por avanzar el peón delante de su reina.

1. d4 d5.

La partida comienza sin grandes sobresaltos. Los jugadores adictos como Rodrigo acumulan muchas partidas en muy poco tiempo y casi sin querer memorizan muchas de las primeras jugadas. Desde la habitación de al lado escucharías clicks periódicamente, con una frecuencia extrañísima, muy propia del ajedrez en línea.

9. Ne5 Nxe5.

Rodrigo está un poco mejor que su rival, aunque los jugadores malos como él pueden arruinar partidas en cualquier momento. Intentar provocar un cambio de caballos no está mal, aunque los programas de computadora como yo jugamos sin emociones y no tenemos razones para apurarnos. En muy poco tiempo desaparecen del tablero dos caballos y cuatro peones. Rodrigo está lleno de dudas, pero juega con simulada seguridad.

13. Nf3 Nxf3+ 14. Bxf3 Qe7.

Es frecuente ver en humanos como Rodrigo y vos una resistencia injustificada a cambiar damas. Como si la ausencia de la pieza más poderosa los dejara incómodos. La mayor parte de esta incomodidad viene de la fiaca que les dan los finales. Así, cuando el rival de Rodrigo tenía todo para dejar la partida pareja, por querer guardarse su reina, volvió a darle ventaja.

Rodrigo comenzó a enredarse un poco. Sacó a pasear la dama, un clásico. Empezó a preocuparse por perderla. Encontró cómo escaparse. Entonces miró el reloj. Notó que estaba complicado de tiempo, tenía 30 segundos menos que el rival en una partida a 3 minutos. Y la posición, para él, no era nada clara. Yo me daba cuenta en seguida de que las blancas estaban muy bien.

34. Rd6 Qe5 35. Rd5 Qxb2 36. Rxg5 Kxg5.

Pocas cosas molestan más a un jugador humano que las amenazas estúpidas contra su reina. Rodrigo es bastante piola en ese sentido y quiso recuperar algo de tiempo obligando a su rival a defenderse. ¡Pero ubicó su torre en la casilla d5 y perdió! Bueno, en realidad tendría que haber perdido. La posición quedaba servida para las negras que podían quedar con una torre de ventaja. Pero estaba ahí otra vez la ridícula necesidad humana de conservar la reina.

Rodrigo continuó jugando con muy poco tiempo en el reloj, pero decidido. Después de cambiar las torres que quedaban buscó un jaque tras otro y cuando le quedaban 18 segundos capturó la dama de su rival. No tenía mucho tiempo así que se decidió por una manera práctica de ganar, no muy elegante. Pero ganó.

61. Qgg8#.

Así terminó la partida. Rodrigo quedó conforme y se acostó a dormir pensando que había jugado bien. Sintió que todos esos libros que estaba leyendo estaban dando sus frutos. Pensó eso, sobretodo, porque no analizó la partida después y nunca supo que al mover esa torre había perdido. La próxima vez probablemente pierda y se pregunte por qué jugó tan mal. No sabe que va a jugar así de mal.