Fotocleta

Los fotógrafos, como muchas otras personas que se dedican a ciertos oficios, lo son si tienen su herramienta de trabajo encima. Así como cuando uno se cruza por la calle un médico sin guardapolvo no es en realidad un médico, un fotógrafo sin su cámara no es un fotógrafo. De hecho las cámaras están guardadas la mayor parte del tiempo, sobre todo las profesionales, que resultan bastante incómodas.
Gabriel hoy salió a hacer ejercicio. Como correr le resulta muy aburrido y está lejos de entender a esos hombres de Kenia que dedican su vida a trotar grandes distancias, está andando en bicicleta. El ciclismo es un deporte con muchas variantes, cada una con su bicicleta. Si en un extremo están los ciclistas de ruta con esos vehículos aerodinámicos y ruedas finísimas, en el otro están los que con rodilleras, coderas, ruedas anchas y doble suspensión arriesgan los huesos en las montañas. Gabriel está justo en el medio.
En este momento circula por un parque de la ciudad a unos diecisiete kilómetros por hora. Pero no lo hace por los senderos especialmente construidos sino por la tierra porque le divierten las rutas irregulares. Su bicicleta tiene suspensión sólo en la rueda delantera pero tiene una buena transmisión. Las bielas son especialmente bonitas. ¡Nos sorprende! Acaba de clavar los frenos. La rueda trasera dibujó un surco de ochenta centímetros antes de detenerse con el resto de la bicicleta.
No son muchos los deportistas que se paran en seco en plena rutina aeróbica. Es fácil darse cuenta de que alguna razón tuvo Gabriel para hacerlo. Deja la bicicleta en el suelo y mira hacia adelante. Juega con las manos simulando distintos encuadres. ¡Está pensando en una foto! Pero no tiene la cámara encima…
Perdón, a veces pienso que sigo en el siglo pasado. Entiendan ustedes, que para nosotros los relatores, es difícil mantenernos actualizados. Lo que saca ahora Gabriel de la mochila es un teléfono pero que también es una cámara. Le lleva un rato ingresar la contraseña para desbloquear el dispositivo, no puede usar la huella del dedo porque tiene guantes. Pero saca una foto de esa avenida de tierra que está en el medio del parque. Esa avenida porteña que no existe.

Otras cámaras me han dicho que al registrar una imagen sienten cosas. Pero yo no siento nada. Quizás sea porque no tengo piezas mecánicas. Mi obturador no está hecho de cortinas y el fotógrafo sólo puede interactuar conmigo a través de una pantalla. Al menos me dejan mirar por un rato un montón de árboles llenos de hojas.