Algoritmo de la ducha

Un algoritmo no es más que una secuencia de pasos. Pasos que al ser siempre los mismos resuelven el mismo problema. La palabra no tiene nada que ver con la música a pesar de tener algo de ritmo y si bien designa una cosa abstracta que temen aquellos que no disfrutan de la matemática es un concepto intuitivamente sencillo. Se presenta como una solución eficiente para aquellas tareas iterativas, esas que repetimos con mucha frecuencia y terminamos haciendo de manera inconsciente.
Me interesa demostrar aquí que el algoritmo de la ducha que muchos de nosotros usamos diariamente cuando nos bañamos (otros no se bañan tan seguido) no depende como muchos creen de la posición de la ducha ni de la presión del agua sino de la dirección del vector de la fuerza gravitatoria.
Describamos primero el algoritmo en detalle asumiendo que ya estamos desnudos y el agua alcanzó la temperatura adecuada: se moja el cuerpo, se lava la cabeza, se lavan brazos y torso, tocan los genitales, las piernas y los pies para terminar. El orden de la secuencia es universal y es fácil ver por qué. Cuando uno se mete abajo de la ducha, si se lava primero las piernas luego volverán a ensuciarse con la mugre que arrastra el enjuague de las partes superiores (todas las partes superiores).
Podríamos suponer que el orden de la secuencia depende de la posición de la ducha pero no es correcto. Recientemente fijé el duchador en el suelo y me bañé en una especie de bidé gigante. Tuve que respetar el mismo orden. El agua subió primero pero al final terminó cayendo hacia abajo como siempre. Voy a seguir con el mismo algoritmo. Probablemente vuelva a poner la ducha sobre mi cabeza para no mojar toda la casa.